El amor es eterno. Literatura y mitología que narraron por muchas pasiones ardientes entre pares de amantes, Pero lo que te contamos hoy es una historia diferente, particular. Se trata de, En realidad, una de las pocas historias de amor que tienen un fundamento histórico como una etapa, llegado hasta nosotros gracias a una serie de cartas que los dos amantes intercambian cuando se vieron obligados a dividir sus calles.
Pero seguir en orden. En Francia, París, principios del siglo XII. Los protagonistas son Abelardo, un internacionalmente renombrado teólogo y clérigo, y Eloísa, una mujer culta e inteligente.
La historia entre los dos comenzó en 1116, Cuando el tío de Eloísa decide dar a maestro más codiciado de la ciudad con su nieto, Abelardo. Pronto las lecciones se transforman en hechos reales, tiempo durante el cual en lugar de abordar la cultura y erudición los amantes están dedicados uno al otro, descubrir en definitiva amar intensamente, como usted recordará años después Heloise en una de sus cartas:
“Esos placeres que ambos nos dedicamos totalmente cuando éramos amantes, eran tan dulces para mí que sólo puedo lamentarlo, o pueden desaparecer de mi memoria, siquiera un poco. […] Estas visiones que guardar incluso cuando duermo. Incluso durante la solemnidad de la Misa, Cuando la oración debe ser la más pura, las imágenes obscenas de ésos alma miserable tomaron posesión de mi placer hasta el punto que creo que los placeres más sensuales a la oración”.
Cuando Eloísa se da cuenta de que Abelardo embarazada decide llevársela con él en el Reino Unido, donde estará su hijo astrolabio. Movido por el amor, Abelardo se casa con compañero, consciente de que si esta noticia se filtró pondría en peligro su reputación, pero sobre todo, sacrificaría el trabajo y estudios de toda la vida. Lamentablemente el hecho pronto se convirtió en conocimiento público, y para evitar más escándalo el teólogo ocultar a su esposa en un monasterio. Familiares de Eloisa no entiendo aunque este gesto, y creen que Abelardo intenta deshacerse permanentemente de familia recién construido para no perder su reputación. Así que decide tomar un acto de extrema: durante la noche emascular por tres pistoleros en pobre Abelardo.
A partir de ese momento, Peter Abelard y Teologo no satisfacen más, pero empezar a escribir, Por suerte para nosotros, cartas apasionadas de contenido teológico y filosófico, de vez en cuando salpicado de recuerdos dulces del pasado. La figura de Eloisa es lo que más nos sorprende: tomó el velo en el monasterio que se había refugiado, sutiles y sofisticadas palabras intenta recuperar el amor de su marido, tal vez no fue menos, pero sin duda debilitado tras grave accidente. Le recuerda de lo que había en su propio amor de boost de letras le así con valentía:
“Que entre los Reyes y los filósofos podría coincidir con su fama? Que la región, o ciudad, o país ardía verlos? Chi, Te pido, Cuando has caminado entre la gente, no funcionó para la mirada? Y cuando te fuiste, que no trate de seguirte con los ojos, filtrar mi cuello y girando los ojos? Que novia, que Virgen, usted deseaba ardientemente si estuviera ausente y, Si estuviera allí, no se ruborizó? Como la reina o mujer noble envidia mis alegrías y mi cama?”.
Eloisa esfuerzos son sin embargo las habitaciones: Abelardo es muy estricto con su esposa, invita a dedicarse en cuerpo y alma al servicio de Dios solamente, Tiempo consciente del hecho de que el velo usado por Eloisa no por vocación sino que necesita.
El amor que había atado a los dos amantes, a través de la correspondencia, va sublimando en algo que está más allá de la mera pasión carnal para convertirse en amor de la lengua, amor del intelecto, amor absoluto.
Hoy, nueve siglos después de su romance, Abelard y Heloise descansando juntos en el monumental cementerio de Père-Lachaise, en París. Finalmente pueden estar juntos por la eternidad.
Maria