El Jubileo de la misericordia abrió el 8 de diciembre 2015, el día de la fiesta cristiana de la Inmaculada Concepción. Papa Francis, declarado abiertamente: Este especial Jubileo centro al hombre y tienes que estar parado en dos pilares: Gracia y misericordia. El carácter extraordinario del evento surge a raíz de la difícil situación del hombre en el mundo: pobreza, dolor y el sufrimiento están oprimiendo sobre 1 billón de personas. En la celebración de ayer, Bergoglio recordó la primacía de la gracia y, sobre todo, cómo ha “envuelto a la Virgen María, lo que es digno de convertirse en la madre de Cristo”. Una vez más, como sucedió en el pasado con Papa John Paul II, María se da un papel clave: no sólo a la madre de Cristo, pero como intermediario entre Dios y el hombre. La fiesta de la Inmaculada Concepción es el día cuando combinas gracia y María: la plenitud y la grandeza del amor de Dios, puede convertir los corazones de los hombres. A través del amor y la gracia de Dios todo se transforma: el comienzo de la historia del hombre que nació en el pecado se transforma en amor salvífico. Todo esto es posible porque Dios está construyendo ya no espera a ser buscado por el hombre, pero previene, anticipa y ahorra hombre. El encuentro entre Dios y el hombre es, simbólica y espiritualmente, a través del paso de la puerta Santa. Según el Papa “paso a través de la puerta Santa es descubrir la profundidad de la misericordia del padre”. Aquí está el segundo pilar. Sigue siendo Bergoglio vueltas al hombre diciendo: “debe preceder la misericordia juicio, redescubrir esos sentimientos de verdadero amor y ternura”. Y’ en la misericordia y la misericordia que el hombre puede encontrarse a sí mismo y vivir para sí mismo, en la comunidad con los hermanos: para hacer esto, necesito volver a lo básico, la simplicidad de un cristianismo vivido en la pobreza, sin olvidar que donde hay hombre, hay también la iglesia.
Roberto Rossetti